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UN IMAGINARIO FIN ENTRE KEIKO Y VERO

Publicado: 2016-05-26

Estuvo a un paso de suceder. Verónika Mendoza por el Frente Amplio creció en forma sorpresiva pese a la extrema pobreza de su campaña. Ya hemos escrito al respecto sobre sus virtudes como lideresa y la falta del consabido rabo de paja que no tenía y que sus enemigos querían fabricarle. Finalmente no llegó y quienes votamos por ella fuimos, pienso, por razones de principios e ideales. No en función de quién va a ganar, pues comprendemos que unas elecciones presidenciales no constituyen una carrera de caballos en donde se apuesta por el que se cree que va a ganar.  

Cuando ya se entró en primera vuelta y hasta hoy, Keiko se colocó a la cabeza del pelotón de candidatos entre los cuales habían quienes nada tenían que hacer en esa competencia, comenzaron los temores y supongo que las pesadillas que a muchísimos les quitaba el sueño solo de pensar que si ella ya tenía mayoría absoluta en el Congreso, hacerse del Ejecutivo podía significar una dictadura totalitaria. No les faltaba razón para su nerviosismo. Nosotros dijimos, entonces, que varias dictaduras habíamos sufrido, que una más tampoco nos asustaba. Allí los que están acostumbrados a la dolce far niente y esperan que el país se salve por la lucha del pueblo o la gracia de Dios.

Pero entonces dejamos pendiente una pregunta, para mí, clave: ¿Cómo explicar que la hija de un ex Dictador que purga condena por crímenes y latrocinios, quien dejó el poder hace 16 años, hoy lance su candidatura y desde el comienzo alcance la más alta votación hasta el primer debate que también señalan, lo ha ganado? ¿Mientras su hermano Kenji – considerado un muchacho de pocas luces – sin balbucear ni un discurso, haya obtenido la más alta votación para el Congreso? Nadie puede alegar fraude ¿qué atractivo tienen los ojos rasgados para que nuestro querido pueblo vote por ellos? Alguna explicación tiene que haber. La Vaca Sagrada de Don Mario Vargas Llosa, enemigo acérrimo de Alberto Fujimori, ante esta triste realidad que vivimos - a la distancia como siempre - dice que “los peruanos somos ciegos”. Bien podría escribir un libro como Saramago “Ensayo sobre la Ceguera” en este caso de toda una Nación. Pero lo que olvida, es que fue él quien abrió en el Perú las puertas de Poder a Fujimori dejándose vencer por el “chinito”, pese a tener todo a su favor, incluyendo la Iglesia que sacó en procesión al Señor de los Milagros para que ilumine al pueblo peruano y vote por él y no por Alberto que andaba de la mano con los evangelistas. Pero el milagro no se produjo y dejó a Varguitas con una herida abierta muy difícil de cerrar.

Aparte de milagros y hechicerías, la pregunta sigue en pie. No es pues una explicación científica, politológica, sociológica, decir que los peruanos - por lo menos los que han elegido al Fujimorismo - son “ciegos”. Algo así como PPK dice que nuestros compatriotas serranos “no piensan porque les falta oxígeno al cerebro”. Tal vez para los literatos sea suficiente, pero no para los políticos y académicos. Algunas explicaciones hemos intentado en artículos hace algún tiempo, pero no es el caso ni momento de repetirlos. Ese problema que lo dejamos planteado ¿se superará si gana, finalmente, Keiko o PPK?

Pero vamos a la hipótesis que nos hemos planteado en el epígrafe que de alguna manera arroja luz sobre el problema pendiente: Si la segunda vuelta se hubiese dado entre Keiko y Verónika, ¿cuál habría sido la actitud por ejemplo de MVLL, de Cotler - quien dijo que Vero para él “no era nada si no fijaba su posición contra Venezuela” – y todos esos señorones que han sacado avisos pidiendo se le cierre el paso a la hija del Dictador preso que es la misma persona, por el peligro que corre la democracia? Muchos son los mismos que sacaron un aviso de apoyo “a su labor pastoral” cuando Cipriani fue puesto en evidencia por plagiario, imputación que él ya había aceptado, no sin antes justificarlo. Citamos el hecho para comprender el país en que vivimos comenzando por sus clases altas desde la perspectiva de la cultura y la moral.

¿El razonamiento habría sido el mismo que el de ahora? Es decir, para cerrar el paso a la dictadura de Keiko, ¿habría que votar por Vero – la “Terruca”, “chavista”, izquierdista enemiga de las inversiones, etc. – aunque sea “tapándose la nariz”, o sería mejor una dictadura pero neoliberal? Para la gente progresista y pensante no habría problema, además de sus partidarios por supuesto; pero para la otra cuyos ejemplos por conocidos hemos puesto y su esfera de influencia política, además de las iglesias católicas y evangélicas, lo dudo. Vero, la ayer ninguneada, hoy se le busca y hasta se le exige que endose sus votos a PPK públicamente, sin el menor rubor. Lo cual para un partido en formación, podría traer prematuras discrepancias – ya hechas públicas algunas - que a nada bueno conducirían. Hay historia en el Perú sobre esos problemas: el Apra Rebelde fue uno de ellos, podemos dar testimonio.

Lo triste sería que con todo el apoyo que va a recibir PPK - aun a regañadientes y que no lo habría tenido Vero – pierda. Sería el acabose. Desde luego pienso que él no se va a quedar como uno de los “maquís” a encabezar la resistencia al Narcoestado y sus esperadas tropelías, sino que tan pronto pueda se irá a la tierra de sus amores, familia y negocios. Igual como lo han hecho ya los “líderes” que han perdido. Nunca en el Perú, un líder ante una dictadura ha pasado a la clandestinidad a dirigir la resistencia. Haya, ante el golpe de Odría, se refugió en la Embajada de Colombia 5 años a descansar cómodamente mientras al dirigente obrero Negreiros lo ametrallaban en la calle a plena luz del día. Olvídense, la pelea la haremos los de siempre, si ocurre lo peor: el pueblo, campesinos, obreros y jóvenes estudiantes. Sobre los votos hay un poco de confusión que no es el caso tratarlo aquí. Nada más diremos que no solo se trata de “blancos, ni viciados”, también se puede no ir a votar contemplado por la ley.


Escrito por

Sigifredo Orbegoso

Doctor en Derecho: Constitucionalista. Ha enseñado en varias Universidades especialmente en la UNT (Decano)


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Dejemos de hablar a media voz.

No siempre se llama al "pan pan y al vino vino", por razones de interés o compromisos de otra índole de los cuales yo carezco.