#ElPerúQueQueremos

DESTRUYENDO PARTIDOS DESDE EL PODER

Publicado: 2016-07-01

Parecería una cruel paradoja que algunos políticos después de haber hecho más o menos esfuerzos para alcanzar del poder del Estado, luego – ya en él – lejos de fortalecer sus partidos terminaran por destruirlos. No siempre y en todos los países ocurre eso, pero en el Perú es palmario ver ese penoso espectáculo desde algunas décadas. Como se dice popularmente: “carrera de caballos parada de borricos”.   

Una breve mirada retrospectiva comenzaremos por el Gobierno que termina, de la inefable pareja Ollanta Humala –Nadine Heredia, conocida así dentro y fuera del país. No hace falta referirse a la historia del Partido Nacionalista, cuyos avatares han sido ampliamente difundidos por los escándalos protagonizados juntos o individualmente. Lo cierto es que recurriendo a una maniobra estratégica fríamente calculada, llegaron al poder con un programa y aliados, que hicieron posible el triunfo para luego pasarse con armas y bagajes al otro bando: la traición a cara descubierta, sin pasamontañas. Pero aquí viene algo importante que nos interesa destacar. Como lo demuestran serias investigaciones periodísticas y ahora judiciales, ¿a qué se dedicaron los esposos Humala-Heredia? ¿A gobernar, a encarar los graves problemas del país? No. Se dedicaron aún antes de asumir el gobierno a urdir una trama de negocios personales que involucraba a la familia, para lucrar usando como pretexto la actividad política primero y los contratos gubernamentales después. Esto está tan claro que hasta un ciego lo puede ver, pues al final con que le cuenten o lean lo va a entender.

Ahora bien. A pocos días que la parejita – siempre melosamente agarrada de las manitos – tenga que entregar el gobierno ¿qué queda del Partido Nacionalista, Etno Cacerista y otros epítetos? Nada. “Sombras nada más. . .”, con música de un bolero tocado en Rokcola. Ellos se irán, si es que los dejan salir del país, a disfrutar de sus “ahorros” haciendo compras en la Quinta Avenida de N.Y, ¿pero el partido, líderes, cuadros y militantes qué papel han jugado en estas elecciones? ¿Con cuánto de aprobación popular se van? La “inteligente” Nadine, que no entraba a palacio y ya estaba pensando en modificar la Constitución para ser candidata, probablemente va seguir muy ocupada ante fiscales y jueces aclarando sus enredos judiciales.

¿Y el APRA? Vale decir la “Alianza Popular Revolucionaria Americana” – muchos ignoraran el significado de las siglas – fundada por el Señor (nada más) Víctor Raúl Haya de la Torre y una pléyade de líderes de gran estatura intelectual y moral, luego de un largo período de lucha y persecución imposible de reseñar aquí, llegó por fin al gobierno en dos oportunidades con un jovencito - ALANGARCÍA PÉREZ - que parecía una promesa, aunque sin antecedentes de luchador social como lo fueron miles de apristas de épocas pasadas. Más bien él vino de Paris en donde dice que “estudiaba”: sus grados y títulos se encuentran en algún sitio de la Biblioteca Nacional para los investigadores de historias pérdidas. Llegó al Gobierno en dos oportunidades: en el primero intentó orientar una política de corte popular, pero con amigotes inexpertos y sin talento, terminando todo en un desastre. La inflación alcanzó niveles estratosféricos, la escases de todo tipo de productos hacía la vida imposible. El partido se iba deteriorando a pasos agigantados. Los Crímenes de Estado, no se hicieron esperar. Lo más triste realizados por un joven heredero de un partido con tradición de lucha revolucionaria y con miles de mártires y perseguidos.

El segundo gobierno iniciado el 2006, trató enmendar su propia plana y en un giro derechista alentó inversiones con fines no muy santos que se manifestaron en escándalos como los “Petroudios”, vergonzosos “afenones” para terminar en los “Narcoindultos” cuya explicación y justificación ridícula es indigna de quien ha sido un Jefe de Estado. Pero estos no son los problemas que nos convocan. Lo que nos interesa destacar es cómo este elemento una vez muerto Haya y los líderes históricos, se las ingenió para convertirse en el líder indiscutible de lo que quedaba del gran Partido: el APRA era él. El resto de cuadros – algunos rescatables – estaban sometidos a sus caprichos y objetivos personales. No promovió nuevos dirigentes de ningún nivel, menos a alguien que le hiciera sombras. Él debería ser el único, resultado: la mediocridad cundió y las malas compañías también. Como consecuencia no tenían candidatos ni para alcaldías, menos para el Congreso y, en estas últimas elecciones, naturalmente se presentó él, pues no había más remedio. Es difícil saber si en medio de su locura terminal, podía cumplir algún papel medianamente decoroso, lo cierto es que con su teoría del “voto escondido”, se las pasó al compás del baile de “teteo”, hasta que la debacle era inevitable: el Pueblo otrora aprista, aun en la “Cuna del Aprismo” Trujillo – hoy fujimorista - le dio la cachetada que se merecía. Un triste final sin gloria y con gran pena. ¿Y el Partido? En desbandada. El líder, dicen, que renunció desde el avión. Reapareció ofreciéndose de “visagra”, en forma casi mendicante. ¿Para eso ofrendaron su vida tantos apristas?

Alejandro Toledo, serrano, de un origen muy humilde del que se vanagloriaba – no sin razón – con ayuda de una beca pudo estudiar primero y enseñar después en la Universidad de Stanford y otras de USA. Tenía un perfil de economista y estudioso. Cuando ingresa a la política en oposición violenta al Gobierno corrupto de Fujimori y Montesinos, proyecta una imagen de aguerrido luchador social. Pero eso dura poco, pronto se ve envuelto en escándalos por hacerse el secuestrado cuando en realidad se comprobó estuvo con mujeres de mala vida en conocidos hoteles que brindaban servicios para satisfacciones pecaminosas. Luego vino un escándalo judicial mayúsculo por no reconocer a su hija Zaraí estando casado con Eliane Karp de origen judío. Fundó el partido Perú Posible hasta que llegó al Poder el 2001. No vamos a entrar en detalles sobre su gobierno mediatizado, pero sí importa señalar que tuvo un final previsible por su vida disipada y malos modales que hizo quedar muy mal a sus orígenes étnicos que explotó muy bien en su campaña electoral. Terminó con una bajísima aprobación popular y bajo amenaza de hacerle vacar su mandato. Se fue del país para retornar por otro escándalo judicial: Ecoteva. Se lanzó nuevamente de candidato en estas elecciones solo para dar pena. ¿Y su Partido? Totalmente desintegrado. ¿Qué hizo por el cuándo estuvo en el Poder? Nada. Darse la gran vida y punto.

Sobre Alberto Fujimori quien terminó como reo en cárcel y cuya historia ha sido profusamente difundida en estas elecciones, en realidad no dejó un Partido sino una gran Maffia, perfectamente organizada desde su cómodo “presidio”. Lo maneja con no poco éxito su familia: hijos, hermanos, tíos, cómplices, en el mejor estilo de las Familias Sicilianas como los Corleone. Pero deben tener vínculos con la mafia japonesa Yakuza. Este es un caso atípico, que merecería un tratamiento especial. Pobre Perú.


Escrito por

Sigifredo Orbegoso

Doctor en Derecho: Constitucionalista. Ha enseñado en varias Universidades especialmente en la UNT (Decano)


Publicado en

Dejemos de hablar a media voz.

No siempre se llama al "pan pan y al vino vino", por razones de interés o compromisos de otra índole de los cuales yo carezco.