ASESORES Y PRESIDENTES: RESPONSABILIDADES
La fotografía que ilustra este artículo, es de una persona que ha alcanzado en estos momentos gran notoriedad. No hace falta decir que se llama Carlos Moreno, médico de profesión y aficionado de vieja data a las grandes “negociazos”. Evidentemente pertenece a los bajos fondos de las altas “finanzas” que en el Perú no son pocos. Es devoto del Señor de Los Milagros; como prueba incontrastable, lo vemos con hábito morado, contrito, cargando el anda del Cristo de Pachacamilla. ¿Qué milagro le pedirá? No lo sabemos, pues eso pertenece a su fuero interno que no puede ser grabado.
Como él podemos exhibir fotografías de todos los últimos presidentes – cada uno más corrupto que el otro – que han pasado por la Casa de Pizarro. García con su pequeño hijo adulterino, ambos con hábito morado, no podía perderse la foto calculada para fingir una devoción que no sentía. No pocos aplaudían la pantomima. De modo que no hay nada nuevo bajo el Sol peruano. Nadie aquí puede tirar la primera piedra y muy pocos cumplen con los mandamientos del Señor. Por eso el Perú anda como anda: enviando a los facinerosos de Herodes a Pilatos y todos se lavan las manos. Ya verán de lo que queda en este escándalo, como en otros.
En esa línea de ideas, ya escuchamos al presidente PPK diciendo cándidamente: “Moreno no es un funcionario público, que no tiene un sueldo del Estado, etc.” pero atiende en Palacio, es su asesor y dirige un Departamento de un Hospital Público que, como se sabe, todos en nuestro país están en situación de emergencia y sin que nadie se escandalice, ni se señale a los responsables. Por el contrario, todos arremeten contra Venezuela como el mal ejemplo, por el mismo motivo, y a Maduro y a Chávez – este muerto hace años – como los responsables. Menos se acuerdan de Cuba, un país que soporta un bloqueo de medio siglo, no tiene problemas de salud que es el mejor en la región. Si los tuviera, Castro y el “comunismo” serían los responsables. En el Perú no, los males son hijos de padres desconocidos.
Pero, volviendo a los planes del asesor Moreno, vemos que no eran sus planes de poca monta ni mucho menos demuestra que él no fuera un experto en hacer negociados. Por algo ha tenido los méritos suficientes para ser un Asesor Presidencial. Tal como otro presidente, con doble experiencia en tan alto cargo y nada tonto para multiplicar su propia riqueza sin quitarles a los ricos como esos malditos rojos “caviares” y “chavistas”, ya lo había promocionado considerándolo un gran “jale” en su campaña electoral anterior. De suerte que Moreno tenía su “prestigio” entre los Top presidenciales, García y Flores Nano incluida.
Ahora vemos - ya sin sorpresa - que se discute quién es el responsable. Parodiando a Sor Inés de la Cruz diremos: “¿Quién es más de culpar,/ aunque cualquiera mal haga:/ el que peca por la paga/ o el que paga por pecar?” ¿Fue Moreno el que se infiltró para medrar, o Kuczynski que llamó como asesor a quien no conocía sus “virtudes” y su prontuario? Antes, sin embargo, señalemos, en lo posible, las relaciones de un Presidente o cualquier dignatario y sus asesores. La labor de estos, es obvia: orientar en su especialidad al Presidente – que en ningún caso es un sabelotodo – premunirlo de información, elementos de juicio para alcanzar o defender los objetivos programáticos que él o su partido se han planteado. Absolver consultas para resolver situaciones que las circunstancias plantearán. Las decisiones las tomará el presidente. Si no considera idóneo a su asesor o no se identifican en sus propósitos, lo relevará. Tiempo hubo en el Perú, en un gobierno que no recuerdo cual, en que todos los problemas se le echaba la culpa a los asesores. Olvidando – dijimos entonces – que ellos eran escogidos y nombrados por el Presidente. Si no servían los echaba. En última instancia el responsable era él. Carlos Malpica Silva Santisteban, prestigioso congresista e investigador de la realidad peruana autor del libro documentado “LOS DUEÑOS DEL PERÚ”, me decía al respecto: “Mira, en política los objetivos los fija el que posee el Poder. Los límites los señala él. Se puede hacer una Reforma Agraria radical, moderada o incipiente (como entonces lo intentó Belaunde). Eso depende naturalmente de varios factores de la realidad que quieras transformar y del poder que dispongas. Los asesores, expertos y técnicos, los buscas y los encuentras a la medida. Ellos harán lo que tú les pidas.” (Él era Ing. Agrónomo). Está demás decir, que hay buenos y malos asesores, como buenos y malos Presidentes.
Pero aquí no se agota el problema de esta relación que comentamos. Importa señalar el aspecto moral, mejor dicho de Ética Política. ¿Qué busca un Presidente en un asesor? Que lo ayude a resolver los altos fines nacionales para los que ha sido elegido, ¿o para lograr los fines particulares que a él le interesan? Por ejemplo, cuando Alan García nombra como presidente de la Comisión de Indultos, al tristemente célebre Facundo Chinguel en un cargo tan delicado como era ese, en el cual se habían desempeñado personalidades de la talla moral e intelectual tal el caso del padre Hubert Lanssier – lleno de condecoraciones y reconocimientos – había que pensar dos veces ¿cuáles eran sus motivaciones? ¿No sabía que Chinguel había sido abogado del narco Oropeza quien en su delirio de grandeza se hacía llamar “Tony Montana”? ¿Ese individuo debía discernir y evaluar a los presos para concederles la singular gracia del indulto? Si no tenía ni la cara que abonara en su favor. Pero lo nombró. Luego la historia es conocida: los indultos a narcotraficantes a cambio de grandes cantidades de dólares proliferaron. Dios los cría y ellos se juntan: el Presidente necesitaba a ese asesor y este necesitaba el puesto así fuera ad honorem. El facineroso – condenado por un caso – pronto saldrá de la cárcel para disfrutar la parte que le corresponde, mientras el Presidente quedó libre de polvo y paja. Mucho espacio se necesitaría para poner ejemplos de “faenones”, de “puertas giratorias”: salen de una empresa para ser ministros y, luego de darles una manito, dejan el ministerio para volver como altos funcionarios de la empresa. La rueda de la fortuna no falla. El orden establecido sigue incólume. La democracia de libertad sin pan goza de buena salud. Se mete bala para sacar oro.
Los Partidos – algunos – tratan de buscar clientela para las próximas elecciones. Pero no lo hay que asuman la tarea de formar cuadros, líderes, atraer a expertos, para que a la hora de llegar al gobierno, no se encuentren en la triste alternativa de recoger lo que se encuentra en la calle. O bien, abrir la puerta al que toca la puerta del partido, que puede llevar ocultas intenciones. Pero esto cuesta hacer un trabajo político permanente y sacrificado, con un grupo por pequeño que fuera capaz, y con solvencia moral. El otro sendero es buscar operadores incondicionales o asalariados, que harán lo que los dueños del partido les ordene, sin posibilidades de opinar si alguna opinión tuviese. Así se “camina” sin avanzar, se marcha en el mismo sitio. Es lo que ocurre en nuestro país. Lamentablemente.