OBAMA EN LA PRIMERA UNIVERSIDAD PERUANA: PUCP
No ha sido una casualidad ni sesgada preferencia, que el presidente Obama eligiera o los organizadores de APEC, un “Encuentro con Líderes Juveniles” teniendo como escenario a la U. “CATÓLICA”. Y es que la Pontificia Universidad Católica del Perú – para aflicción de algunos y admiración de otros – es la PRIMERA UNIVERSIDAD DEL PERÚ, de acuerdo con todos los ránkins nacionales e internacionales.
Para los peruanos - con mayor razón quienes hemos dedicado nuestras vidas a la docencia – tener en medio de una crisis de la Educación que nos ubica a la cola de otros países, aun sean pequeños, en nuestra región y el mundo, una universidad que merezca justificado reconocimiento dentro y fuera del país, es un motivo de orgullo y complacencia. ¿Cómo ha llegado hasta allí? ¿Con millonaria publicidad o márketing dispendioso? No. Ninguna de las más famosas y prestigiosas universidades del mundo, gastan en millonaria publicidad como la Coca Cola, Mac Donald, la Toyota, Rypley, etc. La razón es muy sencilla: las universidades no son empresas industriales ni comerciales, pues la educación no es un “producto” en busca de un mercado de clientela. Ni la consabida “Fábrica de profesionales” que, recibidos, no ejercen por ausencia de oportunidades laborales.
La demanda de profesionales en buena medida, se ha constatado, se debe al prestigio que goce la universidad en la que ha estudiado. Como, en su caso, el prestigio de un profesional no se debe al número de avisos que ponga en los periódicos, sino a su capacidad y eficiencia que demuestre en el ejercicio de la profesión que adopte, lo que trasciende al conocimiento público. Nadie quiere ir a Harvard, Oxford o a La Sorbona, porque ha visto a un spot en la TV o leído un aviso en importantes periódicos, no. Lo hace por la fama que esas instituciones tienen. Y esa fama la irradia la calidad de profesores que enseñan – en muchos casos grandes eminencias – de la calidad de sus investigadores en las distintas disciplinas científicas que ha determinado que alcancen algunos preciados premios como el ansiado el Nobel. Todo va a reflejarse en la calidad de profesionales que egresen. De las universidades de alta calidad, saldrán profesionales excelentes. El caso inverso es obvio. En el Perú, la masificación y tugurización de buen número de universidades, harán imposible una enseñanza que se aproxime siquiera a la excelencia. Mucho peor si su docencia es reclutada con premura, sin plan ni evaluación previa, y sin contraprestaciones dignas.
La PUCP tiene una amplia sede en Lima, con una adecuada infraestructura que alberga no más de 20,000 alumnos. Es decir, se encuentra más o menos dentro del rango de población estudiantil, de la Universidad de Harvard, Oxford o Cambridge y otras de las famosas. Posee una plana de profesores selecta y eso, pensamos, ha sido posible gracias al elevado criterio de ilustres Rectores que ha tenido – verdaderos educadores – quienes han superado toda clase de prejuicios y mezquindades, colocando por sobre todas las cosas el talento y nivel académico de sus docentes. Este buen juicio ha determinado, paradójicamente, que la Pontificia se convierta, por otra parte, como una verdadera “Universitas”, es decir, abierta a todas las ideas y no un centro superior de Estudios Confesional que, particularmente, me parece es una “contradictio in adyecto”. Pues si nos atenemos a las históricas palabras del célebre Rector de la Universidad de Salamanca, Don Miguel de Unamuno, una universidad es el “Templo del Saber”. Con todo derecho – diremos nosotros – los Dioses y los Santos tienen sus propios santuarios. Confundirlos con cualquier pretexto, no se condicen con una recta razón. Históricamente muchos conventos se convirtieron en Centros Superiores de Estudios, pero no al revés. Pretender hacer “Conventillos” de ellas, resultaría, además de anacrónico, torpe. Cipriani con sus pasiones y limitaciones, pudo afectar muy seriamente a la que hoy es símbolo de educación universitaria peruana. No sería justo dejar de señalar lo que en momentos críticos ha significado su actual Rector, el Dr. Marcial Rubio Correa, quien con autoridad intelectual y moral indispensables, con serenidad e inflexible carácter, ha sabido superar el vendaval. Nos alegra por lo mismo que con ocasión de aprobar su nuevo Estatuto por la Asamblea Universitaria que normalizada las relaciones con la Santa Sede, monseñor Pedro Barreto, de la Conferencia Episcopal, haya expresado: “Con esta aprobación casi unánime, que nos ha entusiasmado a todos, volvemos al único camino: el camino de la Iglesia, una iglesia abierta a otros credos, abierta a los más pobres y que respeta la autonomía y los métodos de investigación académicos porque la ciencia y la fe tienen que ir de la mano”.
Y es así cómo cumpliendo el papel que siempre hemos insistido no asumen las universidades frente a los problemas políticos sociales del país, fue la primera en abrir sus puertas para que expongan los candidatos en las últimas elecciones: Verónika Mendoza comenzó a hacerlo pese a las diatribas que nunca la dejan de acompañar promovidas por corrientes retardatarias. Y las aves agoreras continuarán con sus graznidos; pero el mundo no se detiene. Últimamente hemos visto también con especial aprecio, el pronunciamiento público de sus economistas referente a la elección ilegal de los miembros elegidos por el Congreso al BCR. Es verdad que sobre todos los problemas de complejas implicancias políticas las universidades puedan pronunciarse, pero hay muchos que solo requieren de calificada versación académica e independencia, como en casos jurídicos, especialmente constitucionales. Pues los Colegios Profesionales no siempre se preocupan como deben. Y, por último, no debemos dejar de mencionar el orden y el ambiente de moralidad en el que se conduce la universidad. ¡Cuánto dista del deterioro en el que el Rector Pedro Cotillo dejó – y quiere retornar con descaro - a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la más antigua de América. Oxford es la más antigua del mundo, pero su prestigio no se debe a sus años, por si acaso, para los que buscan justificar cualquier limitación y menoscabo a lo que solo se debe a la mediocridad o a la corrupción que todo lo destruye o enerva.
Obama, ilustre alumno de Harvard, donde estudió Derecho y se especializó en Constitucional, sin duda se llevará una buena impresión por haber podido dialogar con jóvenes en una universidad que, como la suya, también es abierta a las ideas sin discriminaciones. Otro de los exalumnos brillantes de la misma universidad invitado al certamen, fue el jovenzuelo informal Mark Zuckerberg, creador de la plataforma FACEBOOK justamente en las aulas de Harvard y hoy está empeñado en su invento de los Drones. Ambos constituyen excelente muestra de lo que las buenas universidades pueden producir grandes exponentes de la cultura y de la ciencia.