DON JUAN TENORIO EN LOS TIEMPOS DEL VIAGRA
“O cuando los “machos” no golpeaban a las mujeres”, podía también haberse titulado este artículo. Pues de eso se trata. El “machismo” que, hasta donde va nuestra información, no sabemos si se trata de una “ideología”, una “teoría” o una “novelería”, el hecho flagrante es que todos los días leemos o escuchamos en relación al cada vez más alarmante fenómeno de golpizas y hasta muerte de mujeres por parte de sus enamorados, “parejas”, convivientes o esposos, que todos esos atentados se deben al “machismo”. La moda se ha difundido tanto en el “populorum” – más no en las esferas académicas – al extremo que todas las deformaciones, injusticias o estancamiento cultural, se debe según esta corriente pseudoideológica, a que vivimos en una “Sociedad Patrialcal” en la que el “machismo” reina y gobierna. Pero este fenómeno es de data reciente, en el Perú no ha sido de toda la vida y, por supuesto, NO EXISTE EN OTROS PAÍSES CONTEMPORÁNEOS.
Por eso no fue difícil recordar una obra del dramaturgo José Zorrilla, que lleva el nombre de quien podría considerarse el más célebre “machista” que recuerda la historia: “DON JUAN TENORIO” que tuvo un antecedente en el “BURLADOR DE SEVILLA” de Tirso de Molina. Inmediatamente desempolvé el libro marchito por el tiempo y las lecturas, para percatarme que esos Caballeros de Capa y Espada eran hijodalgos listos a batirse por su “Reyna y por su DAMA”, es decir por la mujer que pretendía o amaba. Como lo fue “DON QUIJOTE DE LA MANCHA” y su Dulcinea del Toboso su amor platónico, pero ella era la encarnación “de la belleza y la virtud, y no una parrandera que las había también – como meretrices – en esa época. Para quienes hayan leído no les será difícil darse cuenta a dónde voy.
Lo cierto es que estos caballeros eran famosos por su valor a toda prueba y la defensa su honor en la palabra empeñada. Es decir eran MACHOS por oposición a los COBARDES a quienes les llamaba “maricas” o “marimachos”. Su virilidad era sometida a prueba en los terrenos correspondientes. Y las DAMAS de entonces sabían corresponder a quien mejores dones podía exhibir. El comportamiento clásico de estos caballeros comenzaba con el saludo que ellos hacían hincando la rodilla en el suelo para inclinarse y besar la mano de la dama. Nada que ver con los patanes de ahora. Cuando surgía un desencuentro o un conflicto sentimental, la colisión se definía entre los caballeros, de ningún modo era la dama la que debía ser aporreada. Sería de insanos imaginar a Don Juan, dando de cachetadas a Doña INES – “Del alma mía” – como el hidalgo anotaba en los recaditos que enviaba al Convento con Ciutti, su escudero. Y menos arrastrarla de los cabellos como se está haciendo una repugnante costumbre en nuestro país, en que unos truhanes cobardes lo hacen agrediendo a sus parejas aun en la vía pública, ante la indiferencia de todos y la inoperancia de la policía. ¿Qué pasó? Toda la explicación de este fenómeno social se debe a que de pronto estos individuos han sido infectados por ese virus llamado “machismo”, que según sus sostenedores los lleva a considerarse “superiores” a las mujeres, o que ellas “son un simple objeto sexual de su propiedad” y, por lo tanto, ellos pueden hacer lo que quieran con ellas nada más ni nada menos que como esclavas? ¿De qué estudios realizados por especialistas se infieren estas conclusiones?
En el Perú no ha sido así tampoco. Por muchos motivos viene a cuento el asesinato del poeta y periodista LEÓNIDAS YEROVI a manos de un rival el chileno Manuel Sánchez, por el amor de la actriz argentina Ángela Argüelles, llegada a Lima en 1917. Se dice que Yerovi era un joven literato que tenía mucho atractivo para las mujeres. Como periodista entrevistó a la artista que correspondió a sus halagos, pero Sánchez venía también tras la actriz. El final del drama se produce cuando Sánchez va al Diario LA PRENSA, donde trabajaba Yerovi y luego de una acalorada discusión el poeta le da un puñetazo en la mandíbula a Sánchez quien cae al suelo, desde donde saca su revólver y le dispara al poeta quien cae mortalmente herido. Llevado al hospital, muere cuando es atendido. Como se ve el diferendo lo arreglan entre los hombres. A ninguno de ellos se le ocurrió barrer el suelo con la actriz, como con frecuencia vemos ahora ocurre dentro del mundillo de la farándula.
Y hablando de él, quién que haya visto las películas mexicanas de la Época de Oro con actores que eran considerados “Machos machotes” como Jorge Negrete, Pedro Infante, Pedro Armendáriz, el Indio Fernández, Arturo de Córdova - que filmó una película justo de “Don Juan Tenorio” en la que hizo de Doña Inés la bella actriz Miroslava - ¿quién digo puede dar un ejemplo de que en alguna de ellas se haya visto pegar a una mujer, la coprotagonista o no? Y mucho menos matarla? Jamás.
En otras notas anteriores, también he contado mi propia experiencia personal en Trujillo y viviendo de niño y luego joven en un populoso barrio de La Unión. Nunca en la vecindad se veía esos tristes espectáculos hoy día la TV difunde, a cualquier hora hasta el hartazgo. Siempre el que golpeaba a una mujer era considerado UN COBARDE. Que, además, tenía que vérselas con los hermanos o familiares de la chica o, a falta de ellos, con sus amigos varones. Hoy todos ellos brillan por su ausencia, para mí, inexplicablemente.
Es decir parece que los “donjuanes” de hoy, solo buscan VIAGRA PARA APARECER MACHOS MACHOTES, olvidando que ser macho conlleva una obligación: NO SER COBARDE. El laboratorio Pfizer va a tener que descubrir otra pastillita para equilibrar a ciertos “machistas”.